Lima y el ceviche...una vez más

Si hace una semana poníamos a prueba todo nuestro cuerpo en la Cordillera Blanca, en el camino de Huaraz a Lima pusimos al límite la resistencia de nuestros estómagos. Durante gran parte del trayecto en autobús nocturno recorrimos una carretera llena de baches y curvas infernales. Si a esto le añadimos el hecho de que el conductor parecía ebrio (y posiblemente lo estuviese, es lo que tiene ir con la compañía más barata), que el niño de delante no paraba de llorar, y que la película que estaban poniendo era nada más y nada menos que Herbie (la del volkswagen escarabajo que se mueve solo...), no es de extrañar que acabásemos repartiendo primperanes por el autobús, y que alguno terminase en el baño haciendo algo que la azafata se encarga claramente de recordarte que no se puede hacer en el servicio del autobús, y menos cuando estás parado...

Así por fin llegamos a Lima, después de atravesar durante tres cuartos de hora barrios periféricos ruinosos que no eran nada alentadores. Una vez en la capital, cogimos un taxi a Miraflores, barrio residencial donde están la mayoría de los hostales decentes, ya que es bastante seguro. Después de ojear un par de ellos, decidimos quedarnos en uno por no seguir caminando con las mochilas llenas y el estómago revuelto y vacío. Sin duda una mala elección, porque ha sido el peor en el que hemos estado en Perú. Por la tarde fuimos a dar una vuelta y, recordando que Jens, el alemán del trek de Santa Cruz, nos dijo que iba a estar en Lima unos días, nos acercamos a su hostal, y la cosa acabó bien, bueno, regular, algo tarde y con demasiados mojitos encima. Descubrimos que el hostal era exactamente como Jens nos había dicho: como una gran casa donde pasar unos días con amigos, y no sólo el típico sitio de backpackers en los que al final los ingleses siempre acaban borrachos y montando escándalo. Y por eso desde ese día se ha convertido en nuestro hostal.
Aquí no podemos estar más a gusto, a dos cuadras del mar, muy tranquilos, muy relajados, paseando por los acantilados, comiendo ceviche, una vez más, visitando barrios bohemios como Barranco, viendo como la gente hace parapente, y sobre todo, disfrutar de la tranquilidad que se respira en el hostal, es como estar en casa. Sí, ya se que siempre lo decimos, pero es verdad. Ahora y por los próximos meses estas van a ser nuestras casas, y os aseguro que por el momento no echamos de menos para nada nuestro hogar de Carabanchel, ni nos arrepentimos ni un segundo de la decisión tomada.
A parte de esto, Lima tiene poco que ver. El centro es una ciudad enorme, ruidosa y sucia, donde sólo se salvan algunas calles peatonales, dos plazas y la Plaza de Armas. Para colmo hasta los propios peruanos te ponen el miedo en el cuerpo: que si te metes en un taxi te roban a punta de pistola, que tú no te has dado cuenta pero desde esa esquina te están vigilando....vamos, que dan ganas de quedarse a vivir allí.
Miraflores es un oasis dentro de Perú. Parques, centros comerciales, edificios ultramodernos, chalets por todos lados, mucha policía, KFC, Burguer King, Mc Donald's por todos lados... Uno tiene la sensación de que la gente que vive aquí está aislada de la realidad que es Perú, que no vive la realidad que es Perú.
Supongo que en cada país eso mismo nos pasa a todos...

Comentarios

Sarita ha dicho que…
Isma,la foto del Ceviche está especialmente dedicada para tí (aunque ya nos habíamos comido la mitad..).
Isma ha dicho que…
Pero que bien mandados que sois...
Por cierto que siento los pitidos de los oidos... los vuestros y los de vuestras madres...
Eli ha dicho que…
Chicos: que empecéis muy bien el año. Sed muy felices!!!!!!
Un besito gordo
pepe ha dicho que…
¡feliz 2009, pareja!
curioso año este que empieza, será en el que más paises visiteis, en el que más comidas distintas probeis, más idiomas intentéis hablar,....
veo q tampoco a vosotros os ha convencido Lima.
La Paz os gustará más, y seguro que Bolivia en general os encantará, porque es allí donde estáis, verdad? ya contareis que tal en el Salar, perros
besitos desde un hospital que cambia poco