La Paz y nuestra guerra

A Bolivia llegamos de la siguiente manera.
La forma habitual de llegar hasta La Paz desde Nazca, es siguiendo el trayecto Nazca-Arequipa-Puno-Desaguadero (ciudad fantasma que hace honor a su nombre, en la frontera peruana). Esto implicaba un bus nocturno de unas 9 horas a Arequipa y desde ahí coger el primer bus que saliera a Puno, otras 5 horas, y de ahí otras 2-3 horas más hasta la frontera... En definitiva, un infierno. Así que, después de las primeras 9 horas de bus semicama y semisueño, decidimos pasar el día descansando en Arequipa, y retomar la dinámica de bus nocturno al día siguiente directamente hasta Desaguadero.
Nuevamente en Arequipa, nos acordamos bastante de vosotros, Bea y Edu, recorrimos sus callejuelas, nos sentamos en la plaza de armas, nos comimos un super helado de tres vueltas y media y hasta nos dio tiempo a un cine! Eso sí, aquí empezamos a incubar algo, que nos haría compañía el resto del camino hasta Bolivia y más allá, mucho más allá.... nuestra vieja amiga diarrea (ya tardaba...).
Y qué gran compañía. Pasar la frontera a su lado, fue algo inolvidable, y encima en un pueblacho que se llama Desaguadero... manda huevos! Y claro, a parte del calor, la debilidad, el apretón acechante y mochila para acá y para allá (Isma, rememoramos tus viejos tiempos en India...), sólo había que ponerse a adivinar cuál de los dos puestos fronterizos a pasar iba a ser más ágil, bien organizado y sin colas infinitas, en definitiva, un día para el recuerdo, día tipo de todo viaje largo que se precie.

Y así llegamos a La Paz, después de 2 horas más en un bus colectivo, en medio de una tormenta (y no sólo de lluvia) con una asfixia ya casi olvidada, y con pocas fuerzas, muy pocas. Pasamos 3 días, con sus 2 noches, en un hostalillo que nos salvó la vida, gracias a su baño en la habitación y su tele con cable. Lo peor eran los tres pisos que había que subir hasta llegar hasta ella, qué mala es la altura para la asfixia!!
No sé si fue nuestro estado general, el tiempo que no acompañó (no dejaba de llover), o la época, pero La Paz nos desencantó, claro que tampoco la pudimos disfrutar mucho. Nos pareció una ciudad con bastante poco atractivo, caótica, superpoblada, en algunos zonas casi intransitable y mucho más pobre que Perú, como en general todo Bolivia, lo que entristece bastante y más aún en épocas Navideñas. Supongo que lo más bonito está en los alrededores, pero me temo que éso será capítulo de otros viajeros o de otro viaje, quién sabe. Así que decidimos ir a pasar la Nochebuena a un lugar más tranquilo: Sucre.


Sucre

A Sucre se llega en autobús, como a casi todos los sitios, en estas tierras andinas. Hay buses directos que tardan unas 14 horas, pero claro, el día de Nochebuena, estaba todo más que completo! Así que tuvimos que ir a Potosí primero y de ahí a Sucre. Posotí está más al sur, y sería nuestro siguiente destino tras Sucre.
Sucre, ciudad céntrica y con gran herencia colonial, es la capital administrativa de Bolivia, aunque en realidad todo está centralizado en La Paz. Más parece una capital honorífica, rememorando lo que tiempo atrás llegó a ser, que por lo que queda ahora de ella... Caminando por sus calles, sobre todo por las más céntricas, se intuyen antiguos aires de grandeza, derivados de majestuosas casas coloniales ahora descuidadas.
Su plaza mayor (aquí ya no se llaman plazas de armas) la Plaza del 25 de Mayo, es quizás las más mimada de todas las plazas mayores que hayamos visto. En sus jardines de inmensos árboles milenarios, sus setos dibujan ángeles y otras figuras en distintas tonalidades verdes, coronados con flores dispares y alegres, que contrastan amargamente con niños de entre 10 ó 12 años descalzos, limpiando botas y cristales por una miseria... Y qué felices son cuando consiguen medio boliviano para comprarse un helado. Eso sí, si te situas bien, puedes conectarte a la red inalámbrica WIFI que ofrece la plaza... Bolivia país de contrastes...

Nosotros llegamos el día de Nochebuena, al igual que cientos de campesinos y sus chiquillos, que afloraron en busca del amparo y las migajas de la ciudad. Lo que más nos llamó la atención respecto a la pobreza de estas gentes, es el hecho de que no puedan pararse a celebrar la navidad. Unos porque no tienen con qué celebrarla, otros porque nunca la han celebrado (eso es sólo para los que pueden) y aquellos porque tienen que seguir trabajando, da igual si es nochebuena...

Buscamos un lugar entrañable y acogedor para la noche, y encontramos un albergue que nos ofreció una especie de apartamentillo, con su cocina, su baño y su saloncito, a precio de habitación. Así que nos dirigimos al mercado a planear una cena suculenta. Claro, que nuestra amiga inseparable, seguía con nosotros, así que lo más que nos pudo apetecer, fue un pollito con papas y unas cervecitas, eso sí, con panettone de postre, y luego explico lo del panettone. La cena fue especial, la primera nochebuena diferente, en un lugar remoto y juntos, pero también echamos mucho de menos a los nuestros, sobre todo esa noche. El resto del tiempo, no tuvimos la sensación constante de que fuera Navidad, quizás por la falta de frío y nieve, de luces que masacran las calles, de objetos navideños, de villancicos insufribles y nostálgicos... Ese ambiente no se respira igual aquí.
El panettone. Ha sido un curioso y sorprendente descubrimiento, ya de los tiempos de Perú. Luces navideñas no habrá, pero gente vendiendo panettones, hasta debajo de las piedras! Si compras un móvil, te regalan un panettone. El panettone es ese bizcocho grande con frutas incrustadas, que se vende con caja y que es netamente italiano, así que, qué hace todo el mundo comiendo panettone en Navidad en Perú y en Bolivia???? Ni idea. Nadie sabe cómo los italianos consiguieron colárselo. Será este el principio de una gran epidemia como lo es la de las pizzas?? Tendremos las próximas Navidades panetone el día de reyes con sorpresas incluidas? El caso es que ahí está. Así que inevitablemente tienes que probarlo. Y está rico!. No tiene sorpresa como el roscón, pero está rico. Y también hay panettone con trocitos de chocolate!.
Pero sin duda, lo mejor de todo, fueron las ensaladas de frutas, con su infinita variedad de frutas exóticas en trocitos (frutilla incluida), su yogur, sus trocitos de almendra y un toque de nata por encima... Y, si además lo acompañas de un batido de frutilla (fresa en castellano), se convierte en un manjar para estómagos frágiles. Y por un euro estábamos comidos y casi cenados (nuestra amiga no nos daba tregua!). Entre Sucre y La Paz, dejamos algún que otro quilo, de esos que habíamos ganado en Trujillo...

El día de Navidad fue curioso. Las calles se llenaron de niños semicallejeros, corriendo detrás de coches lujosos y gritando como locos. Luego descubrimos que dentro de los coches iba gente, probablemente de alguna asociación, regalando panettones, dulces y regalos a aquellos que no tienen chimenea para Papá Noel...

También llovió en Sucre. Visitamos el mirador de la Recoleta, en busca de la puesta de sol encubierta por nubes y más nubes. Y al otro lado de la ciudad, un parque gigantesco rodeado de casas de gente bien, con su todoterreno de lujo correspondiente aparcado a la entrada, otro contraste más.

Sucre nos dejo buen sabor de boca, a pesar del amargor de su pobreza. Próximo destino Potosí.

Comentarios

pepe ha dicho que…
Yo también sufrí esos problemas intestinales en tierras peruanas, y también tuve que cruzar fronteras con ellos. ¡q recuerdos!
quizás por eso estais disfrutando menos de Bolivia. Seguro q las minas de Potosí y el salar de Uyuni os gustan más que La Paz. besitos pareja
Johnrock'andmore ha dicho que…
Joder como os lo estáis pasando. Me imagino que no echaréis de menos el hospital.
Cuidaros mucho.
Juan