En el culo del mundo

Y siguiendo hacia el sur, al final de todo, a varios miles de kilómetros, se llega, literalmente, al fin del mundo, a Tierra de Fuego, llamada así quizás por el color rojo encendido de sus montes en otoño, o por la imagen de cientos de hogueras que vieron los primeros europeos que llegaron por mar, con las que los indígenas trataban de combatir el intenso, pero de verdad intenso frío. Más allá de Tierra de Fuego, pasado el Cabo de Hornos, se abre el océano hasta llegar a la Antárdida, donde sólo habitan algunos científicos (realmente locos) que son visitados ocasionalmente por turistas adinerados en busca del lugar más remoto que su bolsillo les permita visitar.
La entrada a la región fueguina por tierra se produce de forma curiosa, ya que no hay carretera directa desde Argentina y hay que pasar por Chile durante un tramo del recorrido, cruzando el Estrecho de Magallanes y entrando en la Isla Grande. Ushiaia, ciudad principal de la parte argentina de Tierra de Fuego, tiene el honor de ser considerada la ciudad más austral del mundo, en detrimento de otras poblaciones chilenas aún más al sur del mundo, pero que no alcanzan ese status por su reducido número de habitantes. Aquí ya no podemos hablar de verano o invierno, y es que desde la Patagonia a Ushuaia las estaciones se producen simultáneamente, teniendo en un día de verano: sol, lluvia, nieve y mucho mucho viento, haciendo imposible cualquier predicción metereoilógica. A parte de esto, el atractivo de Ushuaia es muy reducido, salvo una visita al Parque Nacional Tierra de Fuego, donde pusimos en práctica por primera vez un truco que repetiríamos varias veces a lo largo de Argentina, y que consiste simplemente en no aceptar los precios abusivos que imponen para extranjeros en los Parques Nacionales y, con un claro acento porteño, hacernos pasar por argentinos, en principio con pocas esperanzas, pero por suerte echándole cara coló y conseguimos ahorrarnos unos cuantos pesos... El parque es realmente precioso, si bien en otoño con todas las hojas rojas y naranjas no tiene comparación, como tuve suerte de verlo hace unos años. Las lengas torcidas por el viento cubren las laderas de las colinas, los finos ñires protegen el camino hasta llegar al punto donde termina la Ruta 3, cuya prolongación hacia el norte comienza en Alaska casi 18000 km antes. La obligada visita al Glaciar Martial realmente merece la pena por las increíbles vistas que se tiene de la ciudad y de toda la bahía, como igual de obligado es navegar por el Canal Beagle, viendo cormoranes y lobos marinos, para llegar al faro de Les Eclaireurs y pasar, una vez más, mucho frío. Desde aquí, imposible ir más al sur. Damos mediavuelta y encaramos la Patagonia para recorrerla de abajo hacia arriba...

Comentarios

Isma ha dicho que…
Se rumorea que no mandais nada de polinesia porque es una autentica basura, que os esta haciendo un tiempo de perros y que no podeis ni salir de la cutre-choza en la que estais alojados junto con 237 especies de insectos que son los que están disfrutando de verdad con vuestra estancia.
Pero solo son rumores, como de costumbre
Anónimo ha dicho que…
Hola perrillos!!!
Ya veo que todo os va guay!!y la de gente que conoceis Recorcholis!! que yo en MAdrid conozco a 4 gatos y vosotros en Argentina a taitantos!!!
pero vosotros no ibais a ir a mas sitios que Sudamerica??? o es que levais retraso en el Blog!!! quiero esa foto en Isla de pascua

besines!!!