Se acabó la isla sur

Siguiendo, como nos caracteriza, al pie de la letra nuestro itinerario inicial, tuvimos que llamar a la compañía de alquiler del coche para prolongarlo diez días más, porque teníamos que devolverlo en Auckland en unos días, y todavía nos quedaba un gran trecho.

Regresamos a Christchurch, nos relajamos otra vez en casa de Javi y Kelly, otro 10 para ellos, esta vez con jacuzzi incluido y nos fuimos para el norte por la costa este, llegando a Kaikoura para ver algo que tampoco pudimos ver en Argentina: ballenas. La diferencia con Península Valdés es que aquí las ballenas están durante todo el año. Ver las colas de esos enormes animales es algo único. También pudimos ver cientos de delfines y, como no, más leones marinos.

Aprovechamos para pescar otro poco antes de seguir hacia el norte, hasta el último destino de la isla sur, el Parque Nacional Abel Tasman. Aquí pasamos unos días paseando, haciendo algún treking y alguna excursión en kayak, en una zona de playas de arena dorada, aguas verdes y bosques, muchos bosques.

También pudimos ser testigos de la hospitalidad neozelandesa cuando, una abuelilla que venía con su hija, los nietos y una amiga, todos ellos en estado de embriaguez (menos los niños, creo) nos insistió hasta la saciedad para ir a su casa en la isla norte, en un momento de exaltación de la amistad, cual amigo borracho pesado, de lo que supongo que se arrepentiría con la resaca del día siguiente. Por si acaso, ahí teníamos una hoja con su dirección, con escritura temblorosa y datos confusos. Una pareja de australianos que asistió atónita a la conversación, no se si por compromiso, también nos ofreció su casa en Sydney para cuando fuésemos, pero eso es otra historia...

De camino a Picton, para coger el ferry a la isla norte, paramos un par de días en Havelock, ciudad de pescadores (no, no tuvimos suerte...) y desde donde hicimos alguna salida a los fiordos del norte, los Malborough Sounds, donde recibimos otra clase magistral de pesca de un neozelandés muy majo, y el muy desgraciado, mientras nos enseñaba trucos, pescó un pedazo de pez que posteriormente se comería con su mujer en su barquito. Los hay con suerte...

Y aquí termina nuestro viaje por la isla sur de Nueva Zelanda, atravesando en el ferry los últimos fiordos y dejando atrás varias semanas de experiencias increíbles que, esperamos, continuarán en la isla norte...









Comentarios

Eli ha dicho que…
Estoy IMPRESIONADA con la caída libre. Qué pasada!!!!!!!!!!!!
Jooooo! Qué envidia!!!
Mil besitos, niños. Qué contenta estoy desde el domingo... MIL GRACIAS, SARINI
Isabel ha dicho que…
Qué pasada! Se me han puesto los pelos de punta viendo la caida libre de los dos!!
Qué viaje más alucinante!!

Un beso fuerte.

Isa.