Chao Phraya

Se acabaron los días de playa! A partir de ahora y hasta que termine este viaje, nuestros destinos serán grandes ciudades donde aclimatarnos antes del aterrizaje de morros en Madrid...
Y comenzamos en Bangkok, capital de Tailandia y punto de partida o final en casi todos los viajes por esta zona. Después de doce horas en barco y bus, llegamos de noche con el tiempo justo para buscar un sitio donde dormir.

La idea que todos tenemos de Bangkok es una ciudad enorme, caótica, donde los tuk tuks (motocarros) llenan las calles atestadas de mercadillos, puestos de comida y souvenirs, y millones de olores nuevos se te meten hasta lo más profundo, que hace que el que llega por primera vez aquí se sienta un poco desbordado.
La verdad que a nosotros nos sorprendió, pero por todo lo contrario. Quizás porque venimos de países y ciudades donde el caos es la norma, y la masificación de las calles algo habitual, Bangkok nos pareció una ciudad agradable, en algunos momentos incluso tranquila, con poco tráfico y donde el mayor escándalo lo montan los turistas que abarrotan Khao San Road y alrededores.
Y mucho más familiar parece cuando en media hora te encuentras con más españoles que en nueve meses de viaje, para darte cuenta de que se nos distingue a la legua, asaltando a otros españoles para hablar con ellos como si llevasen años sin coincidir con ninguno (a pesar de haber empezado las vacaciones hace dos días), hablando con los locales en español (todos sabemos que si hablamos alto y despacio en español se nos entiende en todo el mundo), entendiendo al revés el juego del regateo (típica conversación entre tendero y español: cuánto cuesta?; 300 Baths; sólo??!!! me lo llevo!).
Lo más curioso, sin duda, es la cantidad de templos que hay por toda la ciudad, con sus estupas doradas y techos de mil colores y formas, como Wat Phra Kaew, con el Buda Esmeralda y el Palacio Real, o Wat Pho, famoso por tener el Buda reclinado más grande de Tailandia y la mejor escuela de masaje tailandés del país, y que por supuesto probamos, para darnos cuenta de que más que un típico masaje es como un combate de judo en el que sólo tu oponente tiene permiso para hacer llaves. Yo salí de allí peor que entré, como dice la gente que va al hospital...(los famosos poyoasis...).
Y de templo en templo y de compra en compra. Que si mercado de fin de semana, que si mercado nocturno, que si mercadillo en cualquier calle... Aquí aprovechamos para cargar un poco más las mochilas con esos típicos objetos que acabarán en el fondo del armario de algún amigo, pero que en ese momento te parece el regalo perfecto (ya sabéis, sobre todo pequeño y barato), y hasta nos dio tiempo a acabar hasta el gorro de los tailandeses, que sin duda han sido la gran decepción del país.
Para otra ocasión queda la visita a Patpong y al ping-pong show, así como comer alguno de los deliciosos insectos que vendían en la calle (no se que será más asqueroso...).
Poco más hicimos en Bangkok, intentando aliviar el insoportable calor como podíamos, ayudados por la piscina de la azotea del hotel, y quedándonos con muy buena sensación de la ciudad, que sin duda visitaremos otra vez en un futuro...espero que cercano...






























Comentarios

Vico ha dicho que…
ESTOY KHAO SAN ROAD, COMO SI ESTUVIERA DENTRO DE VUESTRO VIDEO!!! MOOLAAAA!!!!