Playeando ma non troppo

Aún lo recuerdo como si fuera ayer...
Imaginad: Sicilia, 1950. La situación de la famiiilia Pepponi (entonadlo con voz de Marlon Brando) empeoraba año tras año. Su hegemonía sobre las otras familias peligraba por las luchas de poder internas, la presión de los otros clanes y la pérdida de influencia política y el control sobre la policía. Acosados por la justicia y ahogados por las deudas, los grandes capos tomaron una decisión que, sin ellos ser conscientes, cambiaría para siempre la vida de unos pequeños y tranquilos pueblos pesqueros de la costa de Kenia....

Aunque pueda parecer una escena de Las Chicas de Oro, así bien podría haber comenzado la curiosa historia que hoy os contamos.
Dejamos Lamu con mucha pena, después de una semana perdiéndonos literalmente por sus callejuelas y pasando las horas observando a la gente ir de un lado a otro, o simplemente sentarse bajo los grandes árboles de la plaza del fuerte jugando al Bao, dejando que la vida fluya lentamente en la isla que  siempre recordaré como la Essaouira negra.
Bajando por la costa llegamos hasta Malindi, y ya el nombre, mezcla de zaguero adonis de los noventa y plato de pasta, nos da una pista de lo que nos íbamos a encontrar...
No queda muy claro como llegaron hasta aquí,  pero la versión que quiero creer es que los primeros italianos en pisar las costas de Kenia pertenecían a familias del crimen organizado con la necesidad de huir de su tierra hacia otra sin tratados de extradición y en la que pudieran lavar su dinero manchado de sangre dando esquinazo al fisco.
Mal no les debió salir la jugada, y el efecto llamada atrajo a más y más italianos que se construyeron impresionantes mansiones/fortalezas en primera línea de playa,  desplazando a los ingenuos y dóciles pescadores locales a zonas más interiores, donde poco a poco también comenzaron a proliferar comercios y negocios de italianos para italianos. Y siguieron llegando, ya no sólo aquellos relacionados con actividades ilícitas,  sino toda una nueva generación de turistas transalpinos que disfrutaban de las playas keniatas como si de una nueva conquista del imperio romano se tratara.
Y,  ¿qué hicieron los lugareños? "Hombre, pues mantener sus costumbres, e invitar a  los foráneos a compartirlas e integrarse con ellos, no?", pensaréis algunos...
Desgraciadamente,  como ya hemos visto en demasiadas ocasiones, entre que unos buscan el dinero más o menos fácil del turista, y que otros lo que quieren es tener las mismas cosas que en su país de origen pero más baratas y en un paraíso tropical, Malindi se ha convertido en una sucursal de Italia llena de pizzerías, ristorantes y gelaterias, bañada en playas de arena blanca y aguas turquesas.


 Y es que también hay que reconocerlo: fueron muy listos eligiendo sitios, en los que cuando hay marea alta se disfruta de unas aguas preciosas y la marea baja forma pequeñas piscinas naturales en las que remojarse y deja al descubierto decenas de formaciones rocosas entre las que pasear y observar a los cangrejos esconderse a nuestro paso.



Conclusión: que es más fácil que, siendo un poco moreno, en vez de que te saluden en swahili, te sorprendan con un "ciao amico, tutto bene?". Y una vez resulta curioso, dos veces incluso gracioso, pero si te lo dicen cada diez metros comienza a ser agotador. Porque esas palabras siempre son el comienzo de algo más. Algo del estilo: "boat trip?, fishing trip?, sunset trip?, restaurant?, hachís?....". Los beach boys son realmente cansinos! Y ojalá me refiriera al grupo musical californiano, pero se trata de jóvenes locales que, con la necesidad de conseguir unos dólares,  no tienen reparo en martillearte día sí, día también con sus chapurreos en italiano ofreciendote todo tipo de servicios que, por raro que parezca, son bien recibidos por nuestros vecinos latinos.
Como nosotros no tenemos fortunas ocultas ni maletines con un millón de euros en el altillo del armario, decidimos quedarnos en un alojamiento barato que, oh! sorpresa! estaba vacío!!
 Es la primera vez que tenemos un resort de playa enterito para nosotros solos!! Esto cada vez es más raro...
De Malindi salimos escopetados habiéndonos dejado un sabor de boca agridulce,  así que probamos suerte un poco más al sur, en Watamu, con una arena todavía más blanca y un agua todavía más turquesa,  pero con los mismos beach boys pesados... Pero ya les habíamos cogido el punto y, después de un par de días,  ya se habían dado cuenta de que con nosotros no iban a rascar nada y nos dejaron más o menos tranquilos, disfrutando de largos paseos por la playa, baños relajantes y atardeceres de postal.




Días después seguimos bajando por la costa hasta Mombasa, la segunda ciudad más importante de Kenia, con la Old Town que, como su nombre indica, es vieja. Y sucia. Y decrépita. Y maloliente. Vamos, que dan ganas de quedarse a vivir... Supongo que la lluvia y un sistema de alcantarillado bastante deficiente no ayudan mucho...



Salimos de allí todavía más rápido que de Malindi, con la esperanza de encontrar ese paraíso tropical que buscábamos,  en otra isla, quizás en otro país...
The show must go on...

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
No podía ser todo idílico...Y menos mal porque sino algunos no llegamos a fin de año trabajando...