Tragapolvo Tragabolas

Una mala noticia. Sé que para muchos supondrá un revés y una gran decepción, incluso habrá alguien que se sienta un poco traicionado, pero lamento comunicaros que, a partir de ahora, un elemento fundamental en nuestro día a día abandona la escena para no aparecer nunca más...

Sí amigos,  hoy nos despedimos de los rangers que, con sus miradas amenazantes y sus rifles, pero más blandos que los teletubies, nos han acompañado estos últimos días y nos han cuidado más que una madre. Sólo les ha faltado remeternos la mantita por la noche en la cama.
Y es que hoy también nos despedimos del Maasai Mara y de nuestro querido camping privado!!
Nos levantamos sin mucha prisa y recogemos todos nuestros bártulos. Hoy en principio no será un día muy duro ya que tenemos que desandar parte del camino que recorrimos al venir, pero de día,  y después desviarnos cerca de Nairobi hasta llegar al lago Naivasha, donde pasaremos los próximos días.
Después de la mala experiencia de la carretera hasta el Maasai Mara, y visto que nos habíamos equivocado de camino porque teníamos que haber llegado directamente a Talek y no a Sekenani, preguntamos a los del camping cuál era la mejor ruta. Pues sorpresa!!! Resulta que la carretera que estaba mal era la que llevaba directamente a Talek, y que la que cogimos nosotros (sí,  acordaos, la Highway to Hell) es la que está en buenas condiciones!!!!!
Nos desaconsejaron completamente ir desde Talek, dando a entender que nuestro 4x4 era una castaña y que nos íbamos a quedar tirados seguro, así que decidimos ir hasta Sekenani (por fuera del parque) y desde allí regresar por el mismo camino que hicimos al venir.


Durante el trayecto por pistas de tierra atravesamos varios poblados masais, olvidados del circuito turístico,  en los que no te reciben jóvenes "masais" con unas Ray-Ban último modelo, ofreciéndote visitar su aldea en la que, "casualmente", hoy hay una celebración y tendrás la oportunidad de ver los típicos bailes y comprarles souvenirs a precios europeos. Algo tan artificial y poco creíble como las islas de totora de los Uros en el lago Titicaca o el festival de arte y pintura de Yogyakarta.
En estas aldeas no hay más que polvo, algún ñu despistado que ha acabado en la cuneta y donde los niños de seis años son los que se encargan de pastorear el ganado. Ni me imagino lo dura que será la vida aquí.
Después de una hora llegamos a Sekenani, un pequeño pueblecito que, al igual que Talek, está a escasos metros de la entrada al parque. Aprovechamos para visitar una escuela y entregarles el material escolar que habíamos traído desde España, y que recibieron como agua de Mayo.


El director, un chaval de a penas 25 años, nos enseñó las aulas con gran entusiasmo, y los niños se morían de la risa de ver a un par de mzungus por allí sueltos.




Pero no podíamos retrasar lo inevitable. Teníamos que recorrer esos kilómetros infernales hasta Narok por pistas polvorientas llenas de baches que se repetían en mis pesadillas todas las noches...
Pues como os podéis imaginar, de día las cosas cambian bastante!! Tampoco voy a decir que la carretera estuviera bien, ni mucho menos,  pero con un campo de visión de más de dos metros todo se ve diferente.
Además,  descubrimos que por este tipo de pistas es más cómodo ir algo más deprisa,  ya que no se nota tanto el traqueteo, así que íbamos a todo meter levantando gran cantidad de polvo que acabó repartido por todo nuestro cuerpo, mochilas, ropa, coche....
Según avanzaba la jornada,  nos dimos cuenta que aquí en Kenia, da igual a la hora que salgas hacia tu destino, siempre llegarás al anochecer.... Y así fue. No se cómo, se nos había ido el día y nos plantábamos otra vez en un sitio desconocido, casi de noche y con la necesidad de encontrar un lugar para dormir. Suerte la nuestra, después de unos cuantos kilómetros por la orilla del lago Naivasha, dimos con un camping bastante barato y con buena pinta aunque, misteriosamente, parecía un poco desierto. Bueno, es entre semana, pensamos, seguro que el finde se peta...
Y es que Naivasha es un buen destino para pasar el fin de semana desde Nairobi, ya que no está muy lejos y es un oasis comparado con el caos de la capital.
Montamos nuestra tienda en la solitaria zona de acampada, rodeados de bungalows igualmente solitarios y nos dimos una vuelta por el resto del gran y solitario camping, para darnos cuenta de que allí no había nadie más que nosotros!!
Caminando pocos metros llegamos a la orilla del inmenso lago, donde apuramos los últimos rayos de sol para ver anochecer y volver hacia la tienda.


Tras nosotros un trabajador del camping cerró una pequeña valla electrificada para evitar que entraran.... los hipopótamos!!!
Resulta que este lago es famoso, a parte de por lo bonito que es, porque en él hay decenas de familias de hipopótamos que, después de pasar todo el día a remojo, salen por la noche para comer (pasto) y alguno se puede despistar y acabar en los prados de las afueras del pueblo o en los alojamientos cercanos a la orilla...
Así que, con la tranquilidad que da saber que entre los hipopótamos y nosotros sólo hay una verja medio rota que probablemente no tenga corriente, nos metemos en la tienda con un ojo abierto y los oídos alerta para salir escopetados ante los primeros pasos cercanos que se escuchen...
Esa noche no pasó nada, y a la mañana siguiente cogimos una barquita por el lago para ver de cerca a esos enormes animales y sí,  están realmente cerca de la orilla. Y sí,  hay muchos!! La mayoría están a lo suyo, que es quedarse casi inmóviles a remojo, bostezar y emitir algún gruñido. Pero alguno te mira fijamente y, cuando te acercas, se sumerge por completo, sin saber si reaparecerá a escasos centímetros de la barca con su enorme boca abierta dispuesto a engullir a algún incauto...


Todos hemos oído historias similares y, gracias a esos documentales de La2, sabemos que el hipopótamo es el animal que más muertes humanas causa...
La realidad es que cuando se sumergen lo único que hacen es irse para otro lado para que dejemos de tocarles las narices. Pero aún así impresionan!!!!
Seguíamos sólos en el camping, a parte de una decena de caballos que correteaban libremente por las instalaciones, pensando que se acercaba el fin de semana y eso se animaría un poco... Pero nada. Allí no apareció ni el Tato. Quizás porque es temporada baja, quizás por el tema de las elecciones, el caso es que por momentos parecía que no hubiera turismo en Kenia...


Desde el camping decidimos pasar un día en Hell's Gate, un parque natural en el que se puede hacer un safari a pie o, mejor, en bici, por si hay que pedalear deprisa perseguidos por un guepardo.... Es broma, en ese parque no hay depredadores, por eso se puede hacer en bici...



Aunque no es que haya una gran cantidad de animales, es una sensación muy especial tener cerca a las jirafas, búfalos,  gacelas y jabalíes sin la protección ni seguridad de ir dentro del coche. Después de un agradable paseo en bici por caminos de tierra y polvo a 30 grados sin una sombra, llegamos a una garganta que recorrimos a pie y por poco a nado, famosa porque aquí se rodaron algunas escenas de Tomb Rider (peliculón merecedor de varios Oscars...).


La vuelta fue mucho mejor, porque en vez de 30 había 35 grados y comimos tanto polvo que por la noche al sonarnos la nariz salían cristales de cuarzo...
Los días en Naivasha pasaban muy tranquilamente, comiendo en pequeños restaurantes al borde de la carretera, a los que se asomaban los niños para echar un vistazo a los guiris, paseando por la orilla del lago, disfrutando de la soledad del camping y pasando un frío intenso por la noche que hacía que se nos olvidara la posibilidad de morir aplastados por un hipopótamo....


Llegado el momento, empaquetamos todos nuestros enseres y pusimos rumbo a Nairobi. Nos habían dicho que en 45 minutos estábamos allí, pero ya sabéis como va la cosa por aquí,  así que después de más de tres horas y dar varias vueltas perdidos por los peores suburbios de Nairobi, llegamos por fin al hotelillo donde nos esperaba el tipo del coche, que lo revisó con los mismos nervios y la impaciencia que una madre revisa a su pequeño después de haber pasado el fin de semana con los suegros...
Todo en orden, así que nos despedimos de nuestro compañero de batallas, reconociendo que al final estuvo a un buen nivel y se portó como un jabato en los muchos momentos en los que pusimos a prueba su resistencia, a pesar de ser el más pequeñito de su especie y quedar a la sombra de los grandes 4x4 de los safaris organizados, que nos miraban por encima del hombro, de la misma manera que en los semáforos de Madrid los moteros de gran cilindrada nos miran cuando vamos montados en nuestra scooter...
Y aquí termina nuestra pequeña primera aventura, desplazando nuestro dedo por encima del mapa de Kenia sin tener muy claro dónde ir y posándolo por fin en tierras más calurosas, al este, en la región habitada más antigua del país....

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