Tanzania animal

Una decisión difícil. Nuestra etapa en la Tanzania continental sobre el papel incluía gran variedad de actividades y lugares por visitar, pero la prolongada estancia en Zanzíbar y unos ajustes para no descuadrar el presupuesto del viaje, nos hicieron replantearnos las cosas.
Y es que, cuando se viaja por tanto tiempo, no se puede hacer todo, a veces porque hay lugares que quedan muy a desmano, otras veces porque en un momento determinado ya no son tan interesantes como nos parecían al principio y, otras, porque simplemente suponen una sangría para nuestros bolsillos....

Este último caso es el que nos llevó a tomar una decisión dura, porque lo que tuvimos que sacrificar era uno de esos objetivos que desde hace tiempo teníamos en mente, pero la duración  (una semana) y el presupuesto  (no menos de 1500 euros por persona!!) nos hizo desistir de intentar subir el.... Kilimanjaro!!! Sí, amigos, nos rajamos!!
Quizás en otra ocasión,  nunca se sabe....
Además,  se nos había echado el tiempo encima y en pocos días teníamos que estar en otro país y con otra compañía,  pero eso es otra historia....
El caso es que, una vez descartado el Kili, nos centramos en las otras opciones que hay por el norte de Tanzania, casi todas orientadas a los animales. Decidimos no ir al Serengeti porque es una prolongación similar del Maasai Mara y porque las entradas también están por las nubes, así que optamos por otros dos destinos que nos interesaban más por ser algo más diferentes.
Y así es como cometimos uno de los errores más inesperados hasta ahora. Consejo: si tenéis que ir a Arusha, no lo hagáis en domingo!! Uno no se espera, después de este tiempo viajando, donde el único horario que se cumple es el de la llamada a la oración de las mezquitas, que un domingo llegues a una ciudad que es el punto de partida para cientos de safaris y ascensiones a montañas, y esté todo cerrado!!! Si hasta nos costó encontrar un sitio para comer!!! Y, por supuesto, ni rastro de la supuesta calle donde estaban todas las agencias!!
Después de un rato penando, nos paramos a preguntar a uno que estaba en la puerta de una agencia cerrada. Nos dio información y nos dijo que un amigo del primo de un conocido de su vecino tiene una agencia y que si queremos que le llama y nos lleva y hablamos y bla bla bla.... Y así a los pocos minutos estamos metidos en un coche camino de la agencia. Si hace unos meses me dicen que me voy a meter con tres negracos en un coche destartalado en una ciudad polvorienta de África sin saber muy bien a dónde nos dirigimos, me hubiese reído por lo absurdo de la cuestión.  Pero no lo hicimos una vez, ni dos, ni tres... Y es que este es el sistema que utilizamos para ir a ver varias agencias y, si no nos interesaba lo que nos proponían,  en la puerta ya había otros tipos dispuestos a llevarnos en coche a su chiringuito. Así es como, después de varias horas de dura negociación,  organizamos los próximos días visitando dos parques tanzanos....
Al día siguiente, por la mañana prontito, nos montamos en nuestro 4x4 típico de safaris, de esos Landcruisers con trampilla en el techo para tener visión panorámica y conocimos a nuestros compañeros, 3 alemanes y 2 holandeses.


Juntos partimos hacia el primero de nuestros destinos, el parque de Taranguire, famoso por sus elefantes. Por su número y por lo cerca que los tienes. Y sí,  hay muchísimos! Y sí,  están muy cerca!!



Pero también es especial porque es diferente a lo que habíamos visto hasta ahora. Si el Maasai Mara es sabana pura con extensiones planas kilométricas,  Taranguire es más frondoso y con mayor relieve. También íbamos con un poco de cangui porque nos habían dicho por varias fuentes que el parque estaba plagado de moscas tse-tse, y nuestro Relec poco iba a hacer frente a esa especie de tábano que produce una picadura muy dolorosa y puede causar la conocida como enfermedad del sueño. Y no me refiero a esos ataques de sueño que te dan a las cuatro de la madrugada en la urgencia intentando aguantar al pesao de turno que dice llevar cuatro meses con un grano en la cabeza...
sino a la memingoencefalitis por tripanosoma (ya sólo el nombre acojona, eh?).
La realidad es que sólo vimos unas pocas y ninguna nos picó,  y pudimos disfrutar de un día estupendo de safari, y donde el animal más peligroso que vimos fue un mono delincuente que me arrebató de las manos un plátano, mientras unos babuinos se colaron en el jeep y nos robaron unos panes!!!


Y luego la mala fama la tienen los hipopótamos y los leones.
Por la tarde llegamos al campamento para darnos una ducha y comer una merecida cena después de un duro día de safari...
A la mañana siguiente, muy de madrugada,  salimos para el siguiente parque, que es aún más especial que el anterior.
Hace varios millones de años, el colapso de un volcán dejó intacta su caldera, dentro de la cual fue creciendo la vegetación y con ella fueron apareciendo diferentes especies animales formando un ecosistema único con una concentración de vida increíble. Es el cráter del Ngorongoro. Desde la planicie de la sabana comenzamos a ascender por la carretera y, a medida que cojíamos altura la niebla se iba haciendo más espesa, hasta que llegamos a los más alto del anillo del cráter. 


Nos bajamos del coche y el conductor nos dijo: "Ahí tenéis el Ngorongoro!!", señalando a una masa de niebla espesa que no nos permitía vernos ni los unos a los otros...
"No os preocupéis", continuó con una medio sonrisa, "ya veréis como según avanza el día se despeja". Lo dijo con la seguridad de quien lleva años haciendo el mismo recorrido, así que no nos quedó otra que creerlo.



Y es que más sabe el diablo por viejo que por diablo, unas cuantas curvas después,  todavía en el anillo, empezamos a ver la explanada muy abajo y, algunas más después ya empezábamos a intuir algún puntito muy al fondo queriendo imaginar que era algún animalillo y, justo antes de comenzar el descenso hacia el interior del cráter,  milagrosamente el cielo se despejó por completo permitiéndonos ver íntegra la circunferencia del crater con toda la explanada interior donde ya distinguíamos (con la ayuda de los prismáticos) ñus, cebras, antilopes y búfalos.
De ahí comenzamos el descenso hasta el interior de la caldera, donde unos leones tumbados tomando el sol mañanero nos dieron la bienvenida. 



Continuamos un rato viendo hienas, gacelas, más búfalos, ñus y cebras hasta que nos cruzamos con otro coche que le comunica a nuestro conductor que han visto un rinoceronte negro merodear no muy lejos de allí! Así que metemos la directa y nos plantamos en medio del camino (nosotros y todos los coches que había en el parque...) con la esperanza de que el pequeño bulto que veíamos muy lejos,  poco a poco se fuera acercando. Y eso hizo! Avanzó lentamente hasta que se animó a pasar por el claro que habían dejado los coches perdiéndose muy despacio al otro lado de la espesura.
Tuvimos suerte, no es un animal muy fácil de ver en el Ngorongoro y llevaban varias semanas sin avistarlo!!


A otra cosa. Si hay un animal vago por el día por excelencia, ese es el hipopótamo, que no hace otra cosa que estar en el agua y revolcarse para humedecer toda su piel. Así encontramos a decenas y decenas apilados en una pequeña laguna, donde también se acercaban a beber el resto de animales.



 Alguno hacía ademán de salir del agua, pero tras dos pasos volvía a sumergirse. Bicho curioso, pero aburrido si está en el agua.
Cuando llegó el momento, pusimos rumbo de vuelta y comenzamos a ascender el cráter,  instante en el que nuestro coche dijo "hasta aquí he llegado", amenazando con dejarnos tirados por un sobrecalentamiento que nuestro conductor tuvo a bien sofocar con agua fresquita con la consiguiente salida de vapor en forma de géiser del motor. 


Pero funcionó,  y así dejamos atrás este curioso lugar.
Ya de vuelta en Arusha, tocaba planear la siguiente etapa que nos llevaría cada vez  más al oeste, bordeando y, quien sabe si cruzando, uno de los lagos más grandes y místicos del mundo...

Comentarios