Adiós a Uganda

Y ahora, qué? Después de la experiencia de los gorilas, qué más podemos esperar? Uganda ya ha cumplido con creces todas nuestras expectativas,  así que no nos queda nada más que buscar un sitio para dejar pasar relajadamente los días que nos restan hasta despedirnos de dos importantes miembros de nuestro cuarteto.... o no?


Con esa intención llegamos al Lago Bunyonyi, el que dicen que es el segundo más profundo África con 900 metros de profundidad, aunque algunos estudios sugieren que no tenga más de 40... fiabilidad 100%... Bueno, nosotros queremos creer que sí lo es.


Bunyonyi es una zona montañosa, verde y tranquila con un enorme lago con varias islas en su interior y algunos alojamientos en su orilla. Es un oasis en el que olvidarse del calor húmedo sofocante de la capital y una buena parada para cerrar nuestro viaje por el país. Pero no tuvimos mucha suerte con el tiempo y, el frío y alguna lluvia nos aguaron un poco los planes. Aún así disfrutamos de un recorrido en barca por el lago y paseos por sus islas, donde los niños nos seguían a todos lados con su habitual sonrisa y la gente del lugar nos seguía demostrando la inmensa amabilidad de los ugandeses.







Nuestra intención inicial  (de Sara y mía) era quedarnos unos días aquí de relax total mientras organizábamos la siguiente etapa de nuestro viaje, y despedirnos ya de Rocío y de Dack. Pero nos daba pena no compartir sus últimos días juntos, además de que el tiempo no invitaba a permanecer mucho más en el lago. Gran idea.
Y así nos fuimos los cuatro a Entebbe, localidad al sur de Kampala donde está el aeropuerto,  para que nuestros amigos no tuvieran que volver a sufrir los atascos infumables de la capital.
Resultó ser un destino bastante más interesante de lo que se podría pensar en un primer momento. Por dos razones fundamentalmente.
La primera fué el descubrimiento de un mercado al aire libre lleno de puestos en los que hacían el mejor pollo a la brasa con patatas que os podáis imaginar y que visitamos todos los días. Ya desde por la mañana teníamos en mente ese momento de coger las moto-taxis o el tuk-tuk que nos llevaría hasta allí para degustar un manjar tan básico como delicioso.







La segunda, pero no menos importante,  fué la visita que hicimos al Centro de Recuperación Animal, que hace las veces de zoo y de hospital-asilo para todos aquellos animales que han sido heridos por los cazadores furtivos o que se han quedado huérfanos por las actividades ilegales y que no podrían sobrevivir sólos en la naturaleza, con la intención de reinsertarlos en los parques si es posible y, si no, permanecer aquí bajo el cuidado del personal del centro.
Entramos con la intención de matar el tiempo y rellenar una mañana que teníamos un poco colgada,  ver algunos animales y poco más. No es que me haga mucha gracia verlos tras las vallas, después de estos meses disfrutándolos en estado salvaje, pero bueno, allá fuimos.
La cosa no prometía mucho, con una cebra por aquí,  un avestruz por allá,  algún antílope por ahí suelto.... Hasta que a los pocos minutos se nos acercó un trabajador del parque y nos preguntó si estaríamos interesados en verlo todo desde otro punto de vista. Cómo? Sí,  por un módico precio podríamos conseguir un pase VIP y estar entre algunos de los animales, como en el "backstage" de los conciertos y poder compartir unos momentos de intimidad con ellos. Tras un duro regateo  (si es que ya es por vicio...) allí estábamos los cuatro,  viendo como un joven león se movía inquieto esperando su turno para comer, mientras nosotros nos metíamos en el recinto en el que correteaban tranquilamente dos guepardos que llegaron al parque siendo cachorros posiblemente al morir su madre a manos de los furtivos. Despacio nos fuimos acercando, siempre detrás del guía, hasta que los tuvimos a escasos metros, momento en el que nos dice si queremos darles de comer. Levanto la mano rápidamente como cuando estábamos en el colegio. Yo yo!!! El guía me pone en la mano un puñado de lo que parece pienso para animales y el guepardo comienza a comer como si fuera un gatito.
La sensación de la respiración caliente a través de su nariz y el tacto áspero de su lengua en la palma de mi mano no la podré olvidar jamás!!! Uno de los momentos más mágicos de mi vida...
Después de unos minutos en los que todos tuvimos la oportunidad de acariciarlos y alimentarlos, el guía nos acompaña a otro recinto en el que no parece haber nada.



Tras unas voces de llamada, a lo lejos aparecen dos rinocerontes blancos que se van aproximando más y más hasta que los tenemos literalmente encima!!! Con mucho miedo y animados por el trabajador, nos atrevemos a tocarlos, comprobando que son duros como una roca y ásperos como la lija y que el cuerno impresiona!!!


Un buen rato estuvimos atontados con esos enormes animales hasta que fuimos a la zona del hospital,  donde nos esperaba Edward, un bebé elefante recogido de un parque después de que a su madre la mataran los furtivos. No me quedan muchas palabras para poder describir ese momento...


Y aún había más!! Montados en un 4x4 nos llevaron a otra zona más abierta, en la que divisamos a lo lejos a una jirafa que se nos acerca poco a poco hasta que se nos echa encima para comer de nuestra mano un poco de pienso. Qué bicho más grande!!!! Y qué bonito!! Si hasta parece que tiene las pestañas pintadas!!






Después de tanto subidón el guía nos acompañó por el resto del recinto, explicándonos la labor de investigación, curación y rehabilitación que allí hacían, enseñándonos, por ejemplo, como protegían a un chimpancé hermafrodita que ni machos ni hembras aceptaban y que, de no estar allí,  habría muerto hace tiempo, o como estaban esperando a que uno de los elefantes adultos se hiciera lo suficientemente grande como para poder soltarlo en la naturaleza.
Sin duda que ver animales en estado salvaje es increíble pero, cuando se les cuida con el cariño que nosotros vimos y es por una causa tan noble como la que aquí desempeñan,  merece la pena acercarse a uno de estos centros y dejarte maravillar con la fuerza que transmiten estos animales en las distancias cortas.
Con este buen sabor de boca despedimos a nuestros compañeros de viaje que, como unos señores, en vez de un shuttle privado o un taxi como hacen todos los guiris, se fueron al aeropuerto en tuk-tuk...


Así que fué un acierto venir a Entebbe, por el pollo, por los animales, por Roci, por Dack, por nuestro último rolex... pero Uganda nos tenía reservada una última sorpresa... una llamada telefónica el día antes de marcharnos.... Sí,  amigos. Innocent!!! Que nos llamaba para preguntarnos si queríamos que nos llevara al aeropuerto.... Mmmmmm....

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que sepáis que Pau y Alma han cambiado el cuento de antes de irse a la cama por "Sarayfer"....así que tenéis que escribir más a menudo!!!!
Impresionante todo!!!!
Besitos
Unknown ha dicho que…
Poder tocar un rinoceronte!!!! Es alucinante! Me tenéis enganchadisima a vuestro viaje. Q ganas de ver el siguiente destino. Seguid amigos!
Marieta ha dicho que…
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marieta ha dicho que…
Me habéis llegado al alma...Sin duda,como decís, lo de los animales en estado salvaje es alucinante...pero si pudiera elegir estar en uno de los momentos que hasta ahora habéis vivido,me pido este!!!No necesitarán una veterinaria un par de mesecitos?
UNA HIJA DE DIOS PADRE ha dicho que…
Vaya experiencias tan impactantes. Tia LUCY
Unknown ha dicho que…
Wow - you had the most amazing experiences in Uganda - incredible to be touching animals so close to them.