El valle escondido

Atrás dejamos la brisa marina de Swakopmund para dirigirnos primero hacia el interior del país y después hacia el sur. Continuando por caminos interminables de tierra, nuestros días de conducción se hacían largos en horas pero cortos en kilómetros, temiendo que con tanto traqueteo se nos fueran cayendo más piezas del coche. Los brazos se nos cargaban de agarrar firmemente el volante y el horizonte se balanceaba después de horas mirando fijamente a la grava de la carretera. 



Así llegamos a Solitaire que, como su nombre indica, es un poblacho en medio del desierto, solitario. Hicimos noche en un rancho solitario, en una zona de acampada solitaria, sin ver a nadie en todo el tiempo que estuvimos allí. La sensación de hacer un fuego bajo la luna llena en medio del solitario desierto no tiene precio. Tanta paz sólo interrumpida, como suele ser costumbre, por algún animal nocturno que tuvo a bien revolver en la basura.
Los tonos blancos del desierto fueron dando paso a otros más rosados primero y luego anaranjados hasta que, por fín, llegamos a Sesriem, puerta de entrada a Sossusvlei, el valle del desierto de dunas rojas que habíamos visto días antes desde el cielo.








Si desde lo alto ya era impresionante, a ras del suelo el espectáculo es indescriptible. Un mar de arena rojo-anaranjado surcado por un valle en el que no hay ni una roca de más,  ni un árbol fuera de lugar, ni un orix que desentone. Un escenario perfecto que no hubiera quedado mejor si fuera un decorado.
Escalamos a lo más alto de algunas dunas para contemplar el atardecer y el amanecer, mientras los tonos de la arena van cambiando según la luz incide sobre ellas.








Pero lo mejor está al final del valle...
El recorrido que elegimos nos llevó después de varios kilómetros andando a Hiddenvlei, un valle formado por un salar rodeado de dunas en el que los árboles fosilizados nacen de entre la sal creando paisajes dignos de Tim Burton. La idea inicial era volver donde habíamos aparcado el coche y desde allí esperar a ver si algún 4x4 nos acercaba a Deadvlei, ya que el Picanto no podía pasar por esos caminos de arena. Pero vimos la posibilidad de enlazar los dos valles caminando, sólo serían algunos kilómetros en línea recta... En lo que no caímos es en que habíamos calculado agua sólo para Hiddenvlei y que, a pesar de no ser ni las ocho de la mañana, tenía pinta de que el calor iba a apretar...
Aun así nos lanzamos y, tras un largo trecho llegamos a Deadvlei, posiblemente el lugar más conocido de Namibia.



Y no le faltan motivos. Las dunas rojas rodean un salar blanquísimo componiendo uno de los sitios más espectaculares que hayamos visto. Por mucho que os cuente sería imposible que os hicierais una idea, ni siquiera las fotos y los vídeos hacen justicia, pero ahí van algunos.
Después de atravesarlo trepamos a una duna para tener otro punto de vista y aprovechar para grabar uno de esos vídeos bajando por la arena que tanto nos gustan...
Y las horas pasaban sin darnos cuenta. Y el calor cada vez apretaba más. Y el agua iba disminuyendo...
Cuando ya estábamos torrados y sin a penas agua, decidimos regresar esperando que algún alma caritativa nos llevara en su todoterreno, pero se nos escapó por segundos la última persona que por allí vimos y no encontramos a nadie más así que, bajo un sol de justicia, enfilamos los kilómetros por desierto que quedaban hasta el coche...






Después de casi una hora, a lo lejos vimos una polvareda y un coche que se acercaba. Nos abalanzamos sobre él como bandidos en una película de Mad Max para rellenar un poco la botella de agua que hacía tiempo ya que estaba vacía. Nos dio fuerza para llegar hasta nuestro Picanto que estaba tan a gusto fresquito debajo de una sombra. Acabamos con todos los líquidos que había en el coche y esa misma tarde nos dimos un homenaje en el restaurante del camping a base de carnaza para olvidarnos de lo mal que lo habíamos pasado bajo el sol del desierto...
Sossusvlei nos dejó momentos inolvidables por tierra y aire que recordaremos siempre, pero había que continuar, y así seguimos rumbo al sur hacia Fish River Canyon, el que dicen que es el segundo cañón más grande del mundo, tras el de Colorado. Ahí es nada! Sin duda un lugar también impresionante. Como impresionante fue la tromba de agua que nos cayó mientras esperábamos a ver el atardecer sobre el cañón...




Sudáfrica cada vez estaba más cerca y decidimos, en vez de cruzar por donde lo hace todo el mundo, recorrer la ribera del Orange River y cruzar en ferry por Sendelingsdrif para meternos en el Richtersveld Transfrontier Park. Un boer en Bethania nos había asegurado que podríamos pasar sin problemas con nuestro coche, a pesar de que habíamos oído otras informaciones contrarias, pero decidimos lanzarnos a ver qué pasaba. El camino iba paralelo al río, atravesando algún cañón, valles y minas de diamantes hasta que llegamos al ferry. Ya el hombre que nos cruzó nos miró extrañado por intentar meternos en ese sitio con semejante carraca, pero los rangers que estaban al otro lado vieron claramente que con nuestro coche no íbamos a durar ni diez kilómetros. Corríamos el riesgo de reventar las ruedas, destrozar los bajos o quedarnos en algún agujero...
Ya habíamos tentado mucho a la suerte en Botswana y Namibia y no queríamos liarla estando tan cerca de las maravillosas carreteras asfaltadas sudafricanas, así que, con las mismas, nos dimos la vuelta. Pero claro, ya habíamos salido de Namibia... Otra vez salir de Sudáfrica, otra vez en el ferry, otra vez entrar en Namibia... absurdo...
Ah! y, por supuesto, estaba atardeciendo. Qué sería de este blog si de vez en cuando no llegáramos de noche a algún sitio desconocido...
Cien kilómetros extra hasta el siguiente cruce de fronteras! Alexander Bay.
Nos miraron extrañados el pasaporte por tanto sello y tanto cruce, pero con una breve explicación nos dejaron pasar sin problemas.
Y así terminamos nuestros días en Namibia, un país que nos ha sorprendido y del que guardaremos muy buenos recuerdos para siempre. Echaremos de menos la paz, la soledad, los animales,  el desierto, incluso las carreteras de grava!!
Y sí. A nuestro siguiente destino llegamos de noche...



Comentarios

UNA HIJA DE DIOS PADRE ha dicho que…
Que fotos tan bonitas, que colores, que soledad....aunque yo tendría miedo. Tia Lucy
Unknown ha dicho que…
Wow - I love your pictures and your descriptions of Namibia - amazing experiences you had! You certainly have adventures every day! Hope you are still having loads of wonderful experiences!