En fila india

Hoy os vamos a hablar de la tercera cualidad que todo buen indio ha de tener. Ya conocéis las dos primeras: la total falta de respeto por la privacidad y el espacio personal y la habilidad para intentar timarte todo el rato. A estas dos hay que añadir la ausencia absoluta en su vocabulario del concepto de fila, cola, lista de espera y similares. Y para rizar el rizo, las tres se pueden presentar de forma simultánea.
Espectáculo asegurado.



Acercarse a una taquilla de la estación de bus, tren o del cine supone ir bien preparado de casa. Unas horas antes hay que empezar a afilar el cuchillo y ensayar delante del espejo a ver que tal nos queda bien apretado entre los dientes. "Are you talkin' to me?", que diría De Niro. Hacer tres series de veinte repeticiones cada una de "hincamiento" de codos bilateral para ampliar nuestro círculo de confort. Otras tantas series de giros de tronco para bloquear el flanco izquierdo o el derecho. Y sobre todo, aplicar esa clase magistral de yoga que dimos para poder sobrellevar esa experiencia de la forma más "zen" posible.
La situación se desarrolla más o menos de la siguiente forma: tú llegas a la taquilla y como buena persona civilizada te pones a la cola. Al segundo ya estás un poco mosca porque por delante se ha colado alguno pero, como nadie dice nada, pues ahí seguimos esperando. Cuando llega nuestro turno, antes de que podamos terminar la primera frase, ya ha salido un indio de vete tú a saber dónde y le está preguntando algo al taquillero. Cuando te giras para poner cara seria no caes en la cuenta de que has descuidado el otro flanco, y se te acaba de meter otro por debajo del sobaco. Por detrás del cogote,  notando perfectamente su respiración caliente, el tercer indio hace su entrada en escena con un golpecito en el hombro y una pregunta en hindi que no entiendes. La primera vez que te pasa esto, pierdes varios turnos intentando repeler los diversos ataques y haciéndote con un pequeño espacio vital para no caer en una crisis de ansiedad y agorafobia.  Cuando por fin consigues hablar con el taquillero y comprar el billete o ticket de lo que sea, te retiras aliviado de la ventanilla, respirando al fin aire algo más fresco y recuperando tu espacio, sólo para darte cuenta de que te ha timado con el cambio!!!! Ya me olía raro que me devolviera treinta billetes de diez rupias.... cualquiera se pone a contarlos allí mismo!!!
Con la vena del cuello hinchada y el tic en el ojo derecho, notas que empieza a salir el Hulk que llevas dentro... Media vuelta, enfilo la taquilla. Ha llegado el momento de demostrar que tanto entrenamiento ha servido para algo....
Codo por aquí,  codo por allá,  mochilazo a un lado, mirada asesina al otro, movimiento cervical aprendido tras meses de observar a las jirafas y me planto casi dentro de la ventanilla!. Los indios intentan desbancarme a base de empujones, resoplidos en la nuca o pellizcos, pero yo ya he cogido la posición mejor que Felipe Reyes y de ahí no hay quien me mueva hasta que me de el cambio correcto!!! Por la cara de susto del taquillero y lo rápido que me da lo que faltaba, se puede decir que estoy mejor entrenado que un boina verde...
A partir de esa primera experiencia, no hizo falta esperar a que se colara ningún indio, directamente cuando llegas a una taquilla adoptas posición de combate controlando el perímetro mientras el otro miembro del equipo se asegura de que no se acerquen más de lo debido, pero claro, siempre hay alguna puerta lateral por la que se cuelan los más listos.... Nosotros!!!


Con este panorama, casi se nos caen unos lagrimones cuando dimos con el primer indio que no nos quiso engañar, ni nos agobió ni intentó sacar ningún beneficio. Sucedió en Risikesh, cuando íbamos a coger un tuk tuk hasta otra ciudad. Queríamos compartirlo para que nos saliera más barato, y encontramos tres chavales dispuestos que iban al mismo sitio.
 Ellos se encargaron de regatear con los conductores pero, como era domingo y estaba la ciudad petada, hasta de ellos se intentaban aprovechar los propios indios, y no estaban por la labor de pagar más de lo normal. Nosotros nos ofrecimos a pagar algo más que ellos por aquello de ser guiris, pero se negaron en rotundo! Nos dijeron que no sería justo, que todos teníamos que pagar lo mismo y que no querían aprovecharse de la situación... un indio que no quiere tu dinero!!! Ver para creer. Estos tres tipos eran realmente majos, y nos echamos unas buenas risas en el trayecto hablando de la religión y los dioses...
Por suerte, ellos fueron los primeros de una larga lista de gente que se ha portado muy bien con nosotros,  que nos ha invitado a tomar té con pastas, que se ha parado solamente a hablar con nosotros interesándose por nuestras costumbres, que te paran por la calle para hacerse fotos contigo, que nos han invitado a cenar o que nos han hecho algún regalito.
Sí,  hay indios muy pesados y timadores! Pero siempre son los que tienen que ver con actividades relacionadas con el turismo. El indio "de a pie" es por lo general una persona curiosa, agradable, extrovertida y viva. Cierto es que la mayoría tiene un concepto distinto al nuestro de lo que es el espacio personal pero, asimismo,  jamás te van a decir nada si tú invades el suyo. Y es que más de mil millones de personas son muchas como para andarse con remilgos por unos cuantos centímetros cuadrados de tu insignificante persona...


Comentarios

febacoll ha dicho que…
Nos tenéis asombráos, viendo lo que acabamos de ver yo creo que nos quedamos en Santiago de la Ribera y además en unas fechas que no haya ni veraneantes (que agobio) así cuando volváis todo os parecerá mas tranquilo y descongestionado de lo que lo dejásteis.