Joven Palawan

Siguiendo nuestro periplo filipino llegamos a Palawan, la isla más occidental del archipiélago. Nuestro plan aquí era seguir recuperándonos en zonas de playa y visitar algún pequeño conjunto de islas al norte, posiblemente una de las imágenes más famosas cuando uno piensa en Filipinas. 

Nuestra primera parada fue Port Barton (después de una parada técnica en Puerto Princesa), un pequeño pueblo pesquero que en los últimos años se está convirtiendo en una alternativa tranquila al ajetreo de El Nido, del que hablaremos después. Si buscáis Port Barton en Internet, en casi todos las páginas lo venden como un oasis de paz, alejado de los circuitos turísticos y donde no hay nada más que hacer que disfrutar de la calma y las islas cercanas. Por desgracia eso podría ser verdad hace apenas cuatro años, pero ahora ya ha entrado en el temido itinerario del backpacker, lo que significa que, aunque se pueden seguir encontrando zonas tranquilas, los conciertos de versiones de Oasis y Bob Marley y la happy hour han llegado a Port Barton para quedarse!! Algo contradictorio, porque la mayoría de la gente que lo recomienda es precisamente para evitar ese tipo de turismo. Pero si entras en la ruta turística tienes garantizado la llegada de dólares,  que al final por desgracia es lo que más importa. 
Y que conste que Port Barton es un pueblecito muy chulo y muy básico,  con una playa curva de arena tostada y aguas inmóviles con unos atardeceres que se nos quedarán siempre grabados en la memoria y que puedes pasarte varios días relajándote de verdad.
Pero no terminamos de cogerle el punto.




Quizás porque la primera noche nos quedamos en un bonito bungalow en la misma playa con un sospechoso bar justo al lado que a partir de cierta hora nos taladró los oídos hasta bien entrada la noche con un concierto insufrible. Katy Perry, Alanis Morrisette, el Despacito versión inglesa y otras melodías del estilo nos fastidiaron bien. Ni siquiera cambiándonos de hotel dimos con la tecla. La falta de aire acondicionado con tanto calor, las pocas horas de electricidad al día, la práctica ausencia de internet y la escasa oferta gastronómica que nos satisfaciera hicieron que nos fuéramos de Port Barton sin pena ni gloria. Una lástima. 
De aquí llegamos a El Nido, en el extremo norte de Palawan, por aire. Un vuelo que mereció mucho la pena no sólo por ahorrarnos ocho horas de bus,  sino que realmente era un vuelo escénico contemplando desde el aire el archipiélago Bacuit, con sus islas de roca kárstica tapizadas de vegetación y rodeadas de arrecifes de agua turquesa con pequeñas playas de arena blanca, descubriendo los lagos escondidos que se ocultan en medio de las islas. Un paisaje único,  que parece sacado de una película de King Kong.


El Nido en sí mismo es una sucesión amontonada de hoteles, restaurantes, bares y agencias de turismo que literalmente se han comido la playa, cuyas aguas están saturadas de barcos que hacen las rutas turísticas entre las islas, sin dejar un metro libre en el que bañarse, aunque tampoco apetece porque se han cargado la playa y el mar. Una señora nos contaba con tristeza como, cuando su hija era pequeña, se bañaban en la playa de arena dorada y aguas transparentes... 
Algo como las Phi Phi en Tailandia.
Aquí básicamente lo que se viene a hacer es ir en una excursión organizada en un barco que te lleva a diversos puntos del archipiélago, y así visitamos varios lagos interiores a los que se acceden por estrechos canales poco profundos con un fondo coralino que le da un tono esmeralda precioso, playas "secretas" a las que llegas buceando tras atravesar durante unos segundos una pequeña cueva y otros pequeños lagos escondidos. Unos paisajes espectaculares, echados un poco a perder por la presencia masiva de guiris, especialmente chinos...










Tras unos días por esta zona dimos otro salto, esta vez en ferry, a la isla de Coron, con unos paisajes similares a Palawan, pero con un aliciente muy especial: bucear en barcos hundidos japoneses de la segunda guerra mundial!!! 
En septiembre de 1944, Estados Unidos atacó vía aérea una gran flota de barcos de guerra en la bahía de Manila, sobre todo cargueros, hundiendo gran parte de ellos. Los que sobrevivieron se refugiaron en Coron, pensando que quedaban fuera del radio de alcance de los aviones americanos. Calcularon mal. Menos de 24 horas después del primer ataque, los restos de la flota fueron atacados, hundiendo a la mayoría,  una docena de ellos quedando cerca de la costa a muy poca distancia entre sí. Y, aunque los filipinos quitaron la maquinaria, motores y demás cosas, es impresionante bucear por dentro de barcos de más de 150 metros de largo, entrando por las escotillas, atravesando la sala de máquinas,  las bodegas o el puente de mando, viendo cómo quedó la zona donde recibieron los impactos de las bombas... Una auténtica pasada para el que le gustan los pecios, como a nosotros!!
Otra inmersión especial, una de las más especiales que hayamos hecho nunca, es el lago Barracuda, un lago interior al que se llega después de una pequeña caminata con el equipo a cuestas, algo parecido a meterte en un cenote. El lago ya solo es espectacular, agua totalmente en calma rodeada de acantilados y vegetación. Lo curioso de este sitio es la presencia de una termoclina de más de diez grados de diferencia, partiendo de la parte superficial "fría" que está a 28 grados, para pasar a los 15 metros de profundidad a 39 grados!!!! Normal que se bucee sin traje!! Increíble!! Hasta se puede ver el límite entre ambas capas.
Incluso tuvimos la suerte de ver a la barracuda que merodea el lago y de la que recibe su nombre. 
Lo dicho, una pasada!!
Y entre islas, playas, lagos y barcos hundidos se nos iban acabando los días de la visa de Filipinas! Así que nos fuimos a Manila para perfilar nuestra siguiente parada, un sitio especial para nosotros que nos trae muchos recuerdos y que marcará un antes y un después en este viaje...


Comentarios

Tia LUCY ha dicho que…
Los paisajes son impresionantes!
Tia Lucy
febacoll ha dicho que…
Nosotros estamos seguros que nunca veremos todo lo que vosotros estáis viendo, nos conformamos con las maravillosas fotos y vídeos que enviáis y, aunque cuesta trabajo no sentir algo de envidia, lo damos por bien empleado que nuestros dos "doctores" lo estén disfrutando a todo trapo. De todas maneras se siente algo de miedo cuando os vemos meteros por esos andurriales, pues aunque ya sabemos lo prudentes que sois siempre nos queda la duda.
Aunque sabemos que nos es comparable, os hacemos un pequeño comentario: parece que el agua de Santiago está clarita de verdad, os esperamos. besos y mas besos